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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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17-02-2014

 

 



Reflexiones sobre el poder

 

 

 

SURda

Opinión

Julio A. Louis

 

Immanuel Wallerstein, destacado intelectual estadounidense contemporáneo, realiza una valoración crítica de erróneas afirmaciones del marxismo acerca de las crisis del capitalismo, así como de la concepción que denomina de “los dos pasos”.

 

Sigamos su razonamiento. “¿En qué estaba mal la estrategia que la izquierda mundial desarrolló a lo largo del siglo XIX? [Y del XX, podría agregarse]. Debió estarlo en muchos aspectos, pues la estrategia no fue exitosa. La pieza central de la estrategia global fue el concepto de `los dos pasos' : primero obtener el poder del Estado, transformar el mundo después. Esta secuencia tenía sentido en la medida en que el control de la maquinaria estatal parecía el único camino para superar el acumulado poder económico y cultural de los estratos privilegiados, y la única forma de asegurar la construcción- y la conservación frente a los contraataques- del nuevo tipo de instituciones.” ( “La decadencia del poder estadounidense” )

 

Admite que “de hecho no había un camino alternativo en tanto estuviera operando dentro del ámbito del sistema-mundo capitalista que gozaba todavía de una situación básicamente estable .” (Reténgase para análisis posteriores, esto que `gozaba todavía de una situación básicamente estable' que ya no goza). “Por otra parte, “cualquier otro camino hacia la transformación social parecía utópico” pues “cada vez que se probaron, se toparon con un agresivo contraataque y con la supresión final.”

 

Esa estrategia fracasó “porque logrado el primer paso –y de hecho se logró en gran número de países- el nuevo régimen no pareció tener la capacidad para dar el segundo.” Ello redunda “ en el desencanto con la Vieja Izquierda”. “¿Pero por qué flaquean los movimientos en el segundo paso?” “Durante mucho tiempo se sostuvo que […] era porque la dirigencia había `traicionado' la causa y se había `vendido'”. Idea que estima “estéril” y que “resulta paralizante” .

 

Y prosigue: “Es verdad que algunos dirigentes colocan la ambición personal por encima de los principios que proclaman, del mismo modo en que ciertas personas comunes y corrientes no parecen creer en los mismos principios en los que muchos (casi todos) de los suyos creen. Sin embargo, la pregunta es: ¿por qué prevalece esa gente?”

 

Para él “El problema básico no es ético o psicológico, sino estructural . Los Estados en el interior del sistema-mundo capitalista tienen un poder enorme, pero sencillamente no son todopoderosos . Quienes están en el poder no pueden hacer todo lo que quieren y a pesar de ello seguir en el poder. Quienes están en el poder están de hecho bastante limitados por todo tipo de instituciones y en especial por el sistema interestatal .” (Los subrayados son del autor de este artículo).

 

Considera que los tres tipos de movimientos que juzga anti-sistémicos, el comunista, la socialdemocracia y los movimientos de liberación nacional, se han visto limitados después que dan con éxito el primer paso.

 

En “Trías, el socialismo y la Patria Grande. Hacia una interpretación marxista del siglo XXI” , en su segunda parte, en alguna medida hacemos afirmaciones coincidentes. “El poder tiene diferentes componentes: el gobierno, el régimen, el Estado, y los organismos supranacionales. Sin distinguirlos se cae en la superficialidad pragmática o en el infantilismo de `izquierda'.” Y más adelante: “Todavía, la institucionalidad del sistema capitalista ha creado organismos que controlan, regentean o mandan sobre los Estados nacionales, como la ONU, las instituciones financieras de créditos, la OTAN, la OMC, además de las empresas trasnacionales. Es el Poder Trasnacional del capitalismo mundializado. Fidel Castro ha puesto de relieve la importancia del `Club de Bilderberg' (nombre del hotel en Osterbeck, Holanda, en que se reúnen los más grandes capitalistas del mundo) del que emana las directivas que instrumentan esas instituciones encargadas de subordinar a los estados nacionales.”

 

¿De qué bases hay que partir para intentar el poder? “Todo análisis que desconozca el estado general de conciencia de las grandes masas y se centre en explicaciones basadas en las `traiciones' de las dirigencias es seudo-científico, subjetivo, y desvía de las enormes tareas a realizar”.

 

Se trata de ganar el poder, de la autoridad para revolucionar la sociedad, para enfrentar al sistema. Pero el poder `no se toma' en un acto como se pensó en la toma de la Bastilla (1789) o del Palacio de Invierno de Petrogrado (1917). Implica una larga, perseverante y sinuosa marcha para su conquista, para lo cual se debe actuar `desde arriba' y `desde abajo' . ` Desde arriba' trabajando en el gobierno, las instituciones temporales del régimen, las instituciones permanentes del Estado, las instituciones supra-nacionales principalmente las de sustento político-ideológico emancipadoras (MERCOSUR, ALBA, UNASUR, CELAC). `Desde abajo' trabajando en las organizaciones populares: partidos, sindicatos, centros estudiantiles, cooperativas, instituciones barriales, culturales, deportivas.

 

En síntesis, se debe destruir a los estados del gran capital desarticulando el poder de las clases explotadoras y erigiendo el poder de las clases explotadas, en vías de emancipación.”

 

Aún así, con el Poder solo no basta. “Para asegurar el Poder –y no reiterar lo sucedido en la Rusia soviética- es preciso conseguir la hegemonía. Es decir, el dominio ideológico, la identificación de los interesados –el haz de clases, capas y sectores populares- con el proyecto emancipador socialista”. “Por consiguiente, la cuestión de la hegemonía se relaciona con la cuestión del poder. Trabajar por la revolución, ante todo y por sobre todo en nuestro tiempo, es batalla de ideas, convencer a las mayorías explotadas y oprimidas, educarlas y capacitarlas para llevar adelante los programas que las expresan, sin lo cual la pretensión de `tomar el poder' sería una empresa inútil. No hay hegemonía de una clase u otra categoría social sin que ella apareje la conquista del poder; y no hay poder que valga, si no se sustenta en el convencimiento mayoritario de las bondades propuestas por sus detentadores. Por eso el valor de la participación democrática. Y el valor de la imposición de la autoridad.”

 

Reflexionar acerca de las cuestiones del poder ayuda a combatir la visión de las clases dominantes, gestora de confusión entre acceso al gobierno y acceso al poder y de prevenir también en nuestras filas, a quienes no diferencian esos conceptos.

 



 
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